Cuando tu plan se convierte en un ídolo
Otra forma de control
8/29/20252 min read
Si te ha costado soltar un plan que ya habías idealizado en tu mente… Hoy vengo a ayudarte a soltar el control.
Lo sé.
Sé que no es fácil soltar una idea o un plan que desarrollaste meticulosamente en tu cabeza.
Digamos que, en tu mente, se ve perfecto… pero la realidad es otra.
Y lo sé por experiencia propia. No estás solo(a) en esto.
Pero es un juego peligroso, porque jugamos a ser Dios: a creernos con la autoridad y potestad para hacer y deshacer. ¿Desde cuándo somos tan poderosos? -pregunto yo.
Y mira que yo soy fiel defensora de que debemos reconocer nuestro valor y no subestimarnos, pero a veces nos pasamos de la raya y nos creemos superpoderosos.
Sin embargo, esta semana, en mi tiempo con Dios, me di cuenta de algo:
cuando nos obsesionamos con una forma específica de cómo se debe ver nuestra vida, estamos siendo tercos y obstinados. Y eso, en la Biblia, lo comparan con la idolatría.
El texto en el que meditaba es el siguiente:
“...Ser tercos y hacer la voluntad propia es como el pecado de adorar ídolos.”
1 Samuel 15:23 (PDT)
Cuando nos resistimos a aceptar “otro futuro”, es como si dijéramos que nuestro plan es el único y el mejor del mundo.
Casi, casi… es como si lo convirtiéramos en un ídolo al que adoramos ciegamente:
“No hay otro futuro si no el que me creé.”
“No hay otra forma de que sucedan las cosas, si no como yo las planeé.”
¡Qué peligroso es eso!
Porque, al final, nuestra imaginación puede ser amplia… pero es finita.
Todos nos creamos escenarios basándonos en nuestros referentes o aspiraciones.
Pero seguramente hay muchos otros escenarios que no hemos contemplado, simplemente porque no los conocemos.
Y el hecho de que no conozcamos algo, no significa que no exista.
Allí entra Dios.
Él creó el mundo (incluyéndonos a nosotros) y tiene una forma de pensar muyyy diferente a la nuestra.
Me atrevería a decir que todos hemos pasado por situaciones que, ni en los sueños más remotos, se nos habría ocurrido que sucederían… y terminaron resultando mil veces mejor que el sueño original. Esto comprueba que definitivamente Dios y nosotros, pensamos diferente.
Así que hoy te invito a rendirte a Dios y dejar que sea Él quien te guíe hacia las buenas obras que ya ha dispuesto para ti.
No necesitas conocerlas todas para poder confiar.
Solo necesitas confiar en Dios y dejarte llevar.
No idolatres tus sueños. No son dignos de adoración. Dios sí.
Liliana Henríquez
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