El miedo se viste de lógica
El miedo también sabe hablar bonito
11/6/20252 min read
En estos días pensaba en todas las veces que postergamos decisiones importantes.
Y llegué a una conclusión: somos verdaderos artistas creando razonamientos que suenan perfectamente lógicos y convincentes.
Dime tú, ¿Quién podría cuestionar frases como: “no he empezado el negocio porque estoy terminando un curso de marketing, pero cuando lo termine, empiezo”?
¡Cualquiera lo diría! Incluso tú y yo.
Pero cuando miras de cerca, descubres que ese “curso de marketing” no es el primero… sino el número veinte. Y aunque suene productivo, en el fondo es un mecanismo de evasión.
No es falta de preparación, es miedo: miedo a equivocarse, a hacer el ridículo, a que las cosas no salgan como esperaba. Y ese miedo, silencioso pero convincente, termina paralizando.
Esto me lleva a pensar:
¿Cuántas decisiones hemos dejado de tomar por miedo, usando argumentos lógicos como justificación?
Miedos lógicos (que suenan razonables, pero no lo son):
“Voy a esperar a tener más experiencia antes de pedir un ascenso.”
Miedo a no dar la talla.
“No quiero terminar la relación porque sé que mi amor lo va a cambiar.”
Miedo a la soledad o al vacío que deja cerrar un ciclo.
“Estoy bien, solo necesito distraerme un poco.”
Miedo a mirar lo que realmente duele.
“No quiero hablar de lo que me molesta porque no quiero parecer intensa.”
Miedo a perder afecto y validación si se ponen límites.
“Cuando tenga más tiempo, empiezo terapia / el curso / el proyecto.”
Miedo a enfrentarse a lo que descubriría o a fallar en el intento.
“Voy a darle otra oportunidad, tal vez ahora sí cambie.”
Miedo a aceptar que el vínculo ya no tiene futuro.
“No quiero remover el pasado, ya lo superé.”
Miedo a sentir emociones no resueltas.
¿Ves? Así es como el miedo se viste de lógica.
Obviamente, no se trata de eliminar la prudencia.
Hay una gran diferencia entre miedo disfrazado de lógica y prudencia real.
El miedo disfrazado de lógica te paraliza, te hace repetir excusas, busca garantías antes de moverte.
La prudencia real te invita a analizar y avanzar, aunque sea con pasos pequeños y con incertidumbre.
Retomando el ejemplo del comienzo:
Prudencia es revisar tu preparación básica antes de emprender.
Miedo disfrazado es seguir haciendo cursos sobre emprendimiento por tercer año consecutivo, sin lanzar nada porque “aún no es el momento”.
Cada vez que algo te parezca “lógico”, pregúntate:
¿Estoy decidiendo desde la claridad o desde el miedo que intenta parecer razonable?
A veces el crecimiento comienza cuando dejamos de ser tan razonables con nuestras excusas y nos atrevemos a dar el paso de fe.
Y quizás ese sea el recordatorio que necesitamos:
que muchas veces la fe comienza justo donde terminan nuestras excusas.
Liliana Henríquez
CONTACTO:
info@lilianahenriquez.com
info.lilianahenriquez@gmail.com
