La película de tu vida

La vida es como un autobús en el que sube y baja gente constantemente. Algunas personas se quedan con nosotros por un trayecto largo, mientras que otras solo nos acompañan por un corto período. Es inevitable encariñarnos con esos pasajeros frecuentes que vemos día a día, y al mismo tiempo, es inevitable sentirnos devastados cuando alguno decide bajarse del bus de forma repentina (al menos, desde nuestra perspectiva).

Sin embargo, todas las personas que conocemos a lo largo de nuestra vida forman el elenco de nuestra película. ¿Te imaginas una película con un solo personaje de principio a fin? ¡Qué aburrida y predecible sería! En cambio, las mejores historias son aquellas con múltiples personajes, cada uno aportando algo único, construyendo poco a poco una trama que nos mantiene en suspenso y que, al final, nos hace entender el propósito de cada escena. Bueno, así es la vida. O, al menos, así es como prefiero verla.

En la vida, hay personas que aparecen en escenas muy puntuales, como aquella maestra que te animó a participar en la obra de teatro cuando eras niño y que, sin saberlo, te ayudó a perder el miedo escénico. O esa persona desconocida que te cedió el asiento en el bus después de un largo día de trabajo, recordándote que todavía hay gente amable en el mundo. Son encuentros fugaces, pero dejan una marca permanente en nosotros.

También están quienes tienen participaciones más prolongadas en nuestra historia: esa pareja que, a través del dolor, te enseñó a valorarte; o ese jefe que creyó en ti, te entrenó en tu cargo y te ayudó a convertirte en una persona exitosa dentro de la empresa.

A veces, es difícil comprender una escena en particular sin el contexto completo. Por eso se dice que la vida se vive mirando hacia adelante, pero se entiende mirando hacia atrás. Sé que hay temporadas de sufrimiento y dolor, pero eso no significa que no formen parte de un propósito mayor.

Muchas personas han descubierto su propósito gracias a las dificultades que enfrentaron. Por ejemplo, mujeres que fueron víctimas de violencia doméstica y que, después de sanar, hoy ayudan a otras en la misma situación. O personas que pasaron por crisis financieras y que, tras superarlas, ahora asesoran a otros para salir adelante. ¿Ves cómo puede haber un giro inesperado en la historia?

Cada persona que conoces forma parte de tu elenco. Ningún encuentro es casualidad. Al final, todo contribuye a formar la persona resiliente, valiente y decidida que eres hoy.

Sigue tu vida, enfócate en tus sueños y deja que las personas estén en tu historia el tiempo que les corresponda. No te aferres. Dales la libertad de irse o quedarse. Y mientras duren en escena, disfrútalos.

Liliana Henríquez