La vida después de la lava
Lecciones de resiliencia que me enseñó un volcán
10/30/20252 min read


Recientemente visité El Salvador, y mis amigos me llevaron a conocer un volcán que hizo erupción en 1917, justo después de tres terremotos ocurridos ese mismo día. Como podrás imaginar, fue una jornada terrible para quienes vivieron ese momento. Las pérdidas materiales y humanas fueron innumerables. Hoy, ese lugar —que alguna vez fue escenario de tanto dolor— se ha convertido en un sitio turístico.
Yo, en mi ignorancia, pregunté:
“¿Y la lava se biodegrada, se disuelve… o qué pasa con ella?”
Pues nada.
La lava se convierte en algo parecido a rocas y se queda ahí, inmóvil, como testigo de lo que un día fue. Todo el paisaje parece hecho de montañas de piedra. ¡Incluso me traje una de recuerdo!
Y bueno, yo que suelo mirar la vida con ojos de narrarla, pensé:
Qué interesante cómo un lugar que fue escenario de destrucción, hoy sea un punto de visita, de asombro, de belleza.
Estas fueron mis reflexiones, gracias al volcán:
Sí, hay días que marcan un antes y un después en nuestra vida.
Sí, hay días en que todo lo que puede salir mal, va a salir mal… y todo al mismo tiempo (como terremotos y erupciones).
Sí, con el paso del tiempo, eso que “quemaba” (la lava) se convertirá en roca; quedarán solo los residuos, que servirán de recordatorio de aquel gran día.
Sí, nos vamos a recuperar del desastre e incluso experimentaremos lo que llamamos crecimiento postraumático, como los árboles que volvieron a brotar donde antes todo estaba destruido.
Sí, nos vamos a levantar, y un día nos tomaremos una foto sobre esos “residuos”, como señal de resiliencia y de que Dios nos dio otra oportunidad para vivir.
El volcán no lo sabe, pero ese día me enseñó que al final, todo pasa.
No importa cuánto hayamos sufrido o cuán graves parezcan nuestros problemas ahora; llegará un momento en el que ya no los veremos tan grandes, porque habremos aprendido, crecido y sanado.
Si hoy estás pasando por una erupción que ha dejado varios de tus sueños y proyectos enterrados, aprende del volcán. Deja ir lo que se tiene que ir. Por más que te resistas, la lava —la vida— es más fuerte que tú y se llevará lo que deba llevarse. Míralo como una poda: se va lo que ya no necesitas, para que puedas dar nueva cosecha.
¿Y sabes qué?
Un día volverás a pasar por ese lugar que creías tu “destino” y lo mirarás con otros ojos: ya no como tu ruina, sino como un sitio de paso. Sonreirás, te tomarás la foto y sabrás, en lo más profundo, que ya no perteneces allí.
Que tu lava se haga roca pronto.
Ese es mi deseo para ti.
Liliana Henríquez
PD: En mi Instagram publiqué un reel con más fotos y videos de mi visita. Te invito a verlo aquí.


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