No te quedes mirando
No contemples el desastre y muévete
11/13/20252 min read
El ser humano es una cosa seria… Puede ver su vida hecha un desastre y quedarse ahí, contemplándola sin hacer nada. Como si fuera espectador de una película de suspenso. ¡Somos verdaderamente sorprendentes! (por no decir otra cosa más ofensiva)
Nos cuesta aceptar que hay cosas que llegan a su fin, que la vida tiene temporadas y que no podemos quedarnos enamorados de la primavera solo porque nos gustan las flores. Nos da miedo lo desconocido, empezar relaciones o proyectos “desde cero”, aunque en realidad nunca comenzamos desde cero, sino desde la experiencia previa.
A los niños les encanta construir con legos. Pero a los adultos nos cuesta más, porque tenemos noción del tiempo y del esfuerzo, y sabemos que edificar algo nuevo nos saca de la zona de confort. Somos flojos por naturaleza… o mejor dicho, ¡nuestros cerebros lo son!
Seguramente conoces la historia de Sodoma y Gomorra: dos ciudades entregadas a la perdición total que Dios decidió destruir. Antes de hacerlo, le dijo a Lot —un hombre que sí agradaba a Dios y vivía allí— que escapara con su familia.
Y aquí quiero resaltar una palabra: ESCAPA.
“¡Escapa para salvar tu vida! No mires atrás y no te detengas en ningún valle. Corre hacia las montañas, porque si no lo haces, serás destruido.” (Génesis 19:17)
En esa instrucción hay una gran lección de vida:
De lo que ya no tiene arreglo, se escapa. Sin mirar atrás. Sin detenerse.
O, en palabras más coloquiales: “Para atrás, ni para coger impulso.”
Piensa un momento:
¿Qué área de tu vida, relación o circunstancia ya sabes que no tiene arreglo, pero aun así sigues ahí?
Hoy Dios, la vida y yo te decimos: ¡ESCAPA Y NO MIRES ATRÁS!
Ya lo intentaste todo.
¿Qué más te falta para aceptar que ahí no hay manera de crecer?
Huye. Avanza hacia nuevas tierras. Pero no seas como la esposa de Lot, que después de decidir escapar, se detuvo “un momentico” a mirar atrás… y quedó paralizada como una estatua.
No creo que haya nada de malo o pecaminoso en mirar atrás, siempre que lo hagamos con propósito. De hecho, puede ser terapéutico reconocer cuánto hemos avanzado. Lo peligroso es mirar atrás cuando el desastre aún está ardiendo.
Porque ahí las emociones siguen vivas, la nostalgia pesa… y nos paraliza.
Pensamos: “Qué triste dejar todo esto que fue mi hogar por tanto tiempo” o “Pobrecita la gente que dejé atrás.” Y en ese punto, dejamos de avanzar.
En la historia de la esposa de Lot, su parálisis fue por desobediencia.
En la nuestra, puede venir por nostalgia. Pero el resultado es el mismo: quedarnos detenidos.
Así que, si tienes una Sodoma y Gomorra en llamas en tu vida, escucha el consejo de la esposa de Lot:
Escapa. No mires atrás. No vale la pena vivir paralizada como una estatua.
Dios tiene grandes planes para ti.
Camina. Avanza.
No te paralices.
Liliana Henríquez
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