No todo depende de ti

Cuando los sueños parecen retrasarse

9/11/20252 min read

A woman covering her face with her hands
A woman covering her face with her hands

¿Alguna vez has pensado que tus sueños no se han cumplido por tu culpa? Porque dejaste de hacer algo o porque crees que cometiste un error gravísimo que te desvió 180° de tu meta… Yo sí lo he pensado. Y hoy le escribo a quienes también se han cuestionado sus decisiones.

Es cierto que tenemos una gran cuota de responsabilidad en la construcción de nuestro futuro, pero he aprendido que, aun cuando todas las condiciones parecen favorables y no haya ningún viento en contra, las cosas no siempre salen como planeamos. Y es que hay un factor que nunca controlamos: el tiempo, que en última instancia está en manos de Dios.

Creo firmemente que somos como “socios” de Dios y juntos podemos crear cosas asombrosas. Pero al final, debemos ponernos de acuerdo y entender que los procesos llevan tiempo. La desesperación nos gana y muchas veces creemos que en dos días veremos resultados que en realidad tardan años en aparecer. Olvidamos que lo verdaderamente valioso crece de manera orgánica, y eso requiere paciencia.

Construir una relación sana lleva tiempo.
Hacer crecer un negocio lleva tiempo.
Convertirse en un profesional lleva tiempo.
Formar una familia lleva tiempo.

¡La vida no es un TikTok de 15 segundos!

Hay procesos que no podemos acelerar, y donde nuestra paciencia será puesta a prueba. ¿La pasaremos o no? Igual que un bebé no debe nacer antes de tiempo, también hay proyectos que necesitan gestarse adecuadamente.

Pero no te confundas: hay ocasiones en las que Dios ya hizo su parte. Te acercó a la persona adecuada, te dio la idea para un nuevo proyecto o te proveyó los recursos para comenzar… y ahora espera que dejes la procrastinación y la flojera a un lado para hacer tu parte.

Apresurar el crecimiento está mal, pero retrasarlo también.

La verdadera sabiduría está en discernir si es momento de esperar en Dios o si es Él quien está esperando por nosotros.

No se trata de correr ni de detenernos, sino de aprender a confiar en que cada paso dado en el tiempo de Dios nos llevará exactamente a donde debemos estar.

Paciencia. No todo depende de ti... algunas cosas sí, pero no todo y no siempre.

Liliana Henríquez