Vence al monstruo del autosabotaje

No te rindas, avanza

5/16/20252 min read

five women standing on brown track and field
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La gran mayoría de las veces, tenemos el objetivo claro, pero el camino difuso. Y justo allí aparece el monstruo del autosabotaje para intentar impedirnos llegar a la meta. Sin embargo, si te acercas a verlo de cerca, notarás que no es tan tenebroso como aparenta... en realidad, está tan aterrado como tú. Lo que sucede es que no tolera el cambio: todo lo nuevo lo percibe como una amenaza y siempre prefiere lo conocido. Si no entendemos su juego, nos gana la batalla y nos hace regresar al punto inicial.

Cuando el autosabotaje aparece, debemos ser rápidos en no dejarnos llevar por la emoción y hacer que prevalezca la razón. Para eso, es muy útil preguntarnos: ¿Qué estoy ganando realmente por no alcanzar mi objetivo? ¿Qué temo perder si lo consigo? Atrévete a mirar de frente a tus miedos, cara a cara, y sé honesto contigo mismo.

Debemos tener algo claro: hacer algo nuevo siempre requerirá un esfuerzo adicional, enfrentar un grado de incertidumbre, adquirir nuevos conocimientos y atrevernos a hacer cosas que quizá nunca habíamos hecho. Pero eso no significa que deba ser aterrador. Una gran idea sería transformar el temor en emoción, es decir, aprender a ilusionarnos y a tener buenas expectativas sobre eso nuevo que queremos emprender.

Otra aspecto importante que quiero tengas en cuenta es este: muchas veces, la nueva vida nos va a costar la antigua. Me explico: la nueva relación que deseas, te costará dejar la anterior… el futuro laboral que sueñas, te costará soltar el de antes... ¿Estás dispuesto a pagar el precio? Si tienes claro qué quieres lograr y por qué decidiste hacerlo, el monstruo del autosabotaje se irá porque te verá decidido a avanzar.

Aquí es fundamental tener el norte claro. Porque cuando no tenemos un objetivo definido, cualquier excusa puede parecer un motivo lógico para "regresar a Egipto", es decir, a ese lugar seguro… aunque en realidad, no lo sea.

Y si no estás familiarizado con la expresión "regresar a Egipto", permíteme explicártelo rápidamente. Moisés (el de la Biblia) fue llamado por Dios para liberar al pueblo de Israel de las manos de los egipcios. Allí ellos eran esclavos y realizaban trabajos físicos muy pesados. Tras muchas pruebas, el Faraón finalmente los dejó ir. Pero, una vez fuera, y en medio del desierto, los israelitas empezaron a quejarse: extrañaban la comida abundante de Egipto, aunque olvidaban que allá eran esclavos. Incapaces de ver la Tierra Prometida que les esperaba, querían regresar a su "zona segura". (Te invito a profundizar en la historia leyendo el capítulo 16 de Éxodo).

El punto aquí es que, cuando atravesamos adversidades y cruzamos nuestro propio “desierto”, es fácil idealizar el pasado y olvidar las razones que nos impulsaron a cambiar. Allí es cuando empezamos a coquetear con la idea de "regresar a Egipto".

Espero que no te pase. Recuerda que el desierto siempre precede a la Tierra Prometida. No desmayes. No regreses a Egipto.

Sigue adelante. Vence al monstruo del autosabotaje demostrándole cuán valiente eres al enfrentar tu futuro con confianza.

Liliana Henríquez